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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

2 de diciembre de 2010

El Chambeco - El Duende de la Sabana

La referencia que a continuación ofrecemos, data de los tiempos de nuestra independencia y la tomamos del libro Las Sabanas de Barinas, ya mencionado, el cual, rico en tradiciones e historias, dice a propósito del este duende: "Es el alegre mas perverso duende de la sabana que por algunos respectos corresponde con el Robin Goodfelow de nuestros antepasados. Los llaneros de Barinas creen que se divierte haciéndoles malignas travesuras a caballos y ganados vacunos".

Aquí la narración del mayordomo Perucho que acompañaba a Páez en su ejercito:
“Cierto año (precisamente antes de la festividad de Pascua Florida, cuando todas las poblaciones de Venezuela preparaban un toreo para tal ocasión), conduje yo una punta de veinte toros de primer orden, destinados a la villa de Parapara y como eran extraordinariamente bravíos y mi patrón me hizo especial encargo de no disgustar en modo alguno al alcalde de aquella población, quien mas de un mes antes, había pagado estrenas por los bichos, tomé la precaución de encerrarlos todas las noches en un corral seguro, cerca de algún pueblo, para no correr el riesgo de perderlos. Así los había arriado sin inconveniente alguno hasta la ciudad de Ortiz y solo tenía por delante una corta jornada de cinco leguas, cuando por mi mala suerte, El Chambeco que posee todos los muchachos sin excepción, y especialmente a los de Ortiz, según creo, indujo a todos los chicos vagos de la población a reunirse junto al corral para cometer sus travesuras, cuando yo y mis peones dormíamos la siesta, después de nuestra fatigante marcha. Como era de esperarse , los muchachos hostigaron a los toros, que a no ser así se habrían echado tranquilamente en el corral, pero los chicos fuero tan tenaces que uno de los bichos, saltó por encima de la cerca y escapó al monte, seguido de todos los demás".

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