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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

25 de marzo de 2012

No soy un "Aparecío"

He aquí otra historia de don Julio García Díaz, dejada al Poeta Fleitas Beroes en un valioso manuscrito:

"Juan Benitez era colono en tierras del Dr Roberto Vargas a orillas del Apure, era agricultor, pero se ocupaba especialmente en aquellas intrincadas selvas, de rastrear colmenas y explotarlas vendiendo a buen precio la miel, mientras el predio agrícola no prosperaba. Santaella alertó al Dr Vargas en una copla suspicaz que hizo época y dice así:

Las oreja de Benítez
Parecen pencas de tuna
De tanto meté el oido
A ver si la abeja zumba

En una gran parranda en Barinas, hacía la delicia de los concurrentes improvisando jocosidades productos de su ingenio; uno de los cantadores le dijo que él era un “aparecío”. Esta es una palabra ofensiva para un llanero, pues para nosotros significa “vagabundo, sin casa ni fogón”. Santaella contestó

Me llamo Manuel Santaella
Del pueblo de Camaguán
Donde arropan las mujeres
Los hombres con el fustán (se pronuncia justán)

No soy un aparecío
Ni muerto encamisonao
Soy cantador de primera
Y hombre cuatriboleao

Una gritería formidable plenó el local y toda la concurrencia lo abrazó y “corrió” la cerveza y el “brande” (brandy)

Cuando desgraciadamente dejé mis llanos, la cabeza de Manuel Santaella estaba casi blanca, su tez marchita, se notaba en toda su estructura física la huella del alcohol."

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