No hay palabras para expresar la belleza de este poema, su profundidad, el dolor de una época, la soledad de una madre cuando le llevaban el hijo de su esperanza. Hay mucho sentimiento, expresión, llanto y tristeza en esos versos. Es la imagen de la desolación cuando pasaba la "recluta", como le llamaban y se llevaba a los jóvenes y hombres de la casa, muchas veces para no verlos más. Además del hijo obligado a servir militarmente, o a ser confinado en una prisión, plasma la imagen de lo que tantas veces ha vivido Venezuela en la gran cantidad de revoluciones que han recorrido su suelo a través de los años, desde tiempos incluso antes de la independencia, donde cualquiera de los bandos involucrados arrasaba con pueblos y caseríos dejando a sus habitantes sin medios para sostenerse. "Mire se llevó la vaca, míre se llevó el te quiero", dice Andres Eloy, colocando la expresión en una madre anciana, que queda "trenzando cana y quebranto". Total soledad en los versos "si van casa y galerón, camino de San Fernando", y el infinito vacío, como ya comentamos anteriormente en la expresión "se llevó el latido y le dejó el corazón". Profundo dolor en este poema que plasma lo que fue una realidad. Entre líneas ubica al lector en otro acontecimiento histórico de Venezuela, como lo fue la Guerra de la Federación, al mencionar "se llevó la guacharaca, la manta de guarnición". Guacharaca, le llamaban a las espadas utilizadas en esa guerra. "a ver si la guacharaca canta", es una expresión plasmada por José León Tapia en uno de sus libros, a modo de desafío. Posterior a esa guerra, los que participaron en ella por el bando liberal, arruinados, atesoraban sus historias, experiencias y recuerdos de su lucha por un ideal, por lo que "la guacharaca" era un símbolo de mucho valor y de orgullo para la familia.
La entrada la acompañamos con la sentida declamación de Oscar Martínez.
La entrada la acompañamos con la sentida declamación de Oscar Martínez.
PALABREO DE LA RECLUTA
¿Quién le va a secar el llanto,
si pasó la Comisión
y le dejó el corazón
como capilla sin santo?
Si vino el reclutamiento,
se fue Juan y quedó Juana.
Si queda llanto y sabana
por todo acompañamiento;
si una Comisión de viento
prendió el olor de mastranto,
si reclutaron el canto,
si no hay nube en el cielo
que le preste su pañuelo
¿quién le va a secar el llanto?
¿Qué va a haber potro en potrero
ni pareja en el velorio,
ni garza en el dormitorio
ni vaca en el lamedero?
¿Cómo va a haber becerrero
trenzando leche y canción,
si van casa y galerón
camino de San Fernando,
cómo no va a estar llorando,
si pasó la Comisión?
Mire, se llevó la vaca,
mire, se llevó el te quiero,
se llevó el !ay que me muero!
de media noche en la hamaca,
se llevó la guacharaca,
la manta de guarnición,
la promesa de varón
en el hijo prometido.
Mire, se llevó el latido
y le dejó el corazón.
Y allí está, sin más testigos
que esperar mañana y tarde
su menos de –¡Dios lo guarde!,
su más de –¡Hasta cuándo, amigo!
Becerrera del castigo,
trenzando cana y quebranto,
y ha sufrido tanto y tanto
y enterró tanto recuerdo
que tiene el costado izquierdo
como capilla sin santo.
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