Les ofrecemos otro interesante escrito del Profesor Hugo Arana Páez, Miembro Investigador del Centro de
Estudios Histórico-Sociales del Llano Venezolano, en su incansable esfuerzo por conservar las referencias del llano antiguo. Particularmente, disfruto mucho estos escritos, no solamente por el contenido, sino por el peculiar estilo del Profesor Arana. Por esta razón me honra ser el canal para difundir su trabajo.
“CHICHARRONEROS”,
VAPORES Y BARCOS. ICONOS DEL PROCESO DE INTEGRACION SOCIO-ECONÓMICO DE APURE
HASTA MEDIADOS DEL SIGLO VEINTE.
La Historiografía tradicional
venezolana ha exaltado al peón de hato apureño (ese hombre cuatriboliao, ese hombre de toro, soga y caballo), como el único
representante de la llaneridad, más específicamente de la apureñidad; ese macho,
que algunas veces siguió al Taita Boves, otras al Catire; ése que para liberar
pueblos, remontó páramos detrás del soñador Bolívar y que más tarde a mediados
del siglo diecinueve, siguió a caudillos como El Chingo Olivo en El Paso Arauca
o aquél que a principios del siglo veinte, siguió al pascuense Emilio Arévalo
Cedeño. Contrario a esa concepción historiográfica del peón de hato devenido en
héroe, me he propuesto resaltar que también han existido otros héroes apureños
como son: Los Chicharroneros, los Pescadores, los Conuqueros, los Cabestreros,
los Arrieros, los Queseros (Queseros, Ordeñadores y Becerreros), los Carreteros
e incluso hasta los Areneros, que con su trabajo, contribuyeron a la formación
de la apureñidad.
Con el presente ensayo,
inicio una serie de trabajos, que serán partes de un libro que titularé Patrimonios
de Apure. En esta primera entrega, se
reseñará lo que significó para el Estado Apure el intercambio comercial y
cultural realizado a través de sus caños y ríos hasta mediados del siglo veinte
y el papel que en ese proceso de relacionamiento desempeñaron los llamados Chicharroneros.
Asimismo, se hará referencia a los vapores y barcos de la Compañía Anónima
Venezolana de Navegación CAVN, que transportando pasajeros, mercancías y hasta
tropas del ejército venezolano, les tocó enfrentar las torrenteras, remolinos,
carameras y hasta chubascos que en algunos caso trambucaron a algunas de esas
embarcaciones.
El comercio y la
navegación en Apure, se hacía en verano únicamente por los cauces de los
ríos; en invierno por todo el Estado,
atravesando caños, esteros y sabanas, para llegar a los hatos
y caseríos de esta región. Esta actividad constituía hasta finales de la década de los
años cuarenta del siglo veinte, un modo
de relación y desenvolvimiento económico
de mucha importancia. Correspondía ejercer este comercio tan particular
a los llamados coloquialmente Chicharroneros, comerciantes que fletaban uno o dos bongos, quienes utilizaban la
palanca, los canaletes y la espadilla, como único medio de propulsión.
Aventurando se iban estos negociadores por la inmensidad del llano. Cuando se
acercaban a su destino avisaban su cercanía con una sonora y quejumbrosa
guarura marina que todo bonguero de la época portaba. En esos lugares eran
esperados con ansiedad por los
habitantes de esos recónditos territorios del Estado, por cuanto, obtenían de ellos provisiones que les serían muy costosas comprarlas en San Fernando.
¿Cómo navegaban los Chicharroneros?
Sabanas, caños y
ríos, aguas arriba (a contracorriente) iban por la costa en bongos a la palanca
con uno, cuatro y hasta seis
palanqueros en la proa. Navegando por la
costa, había el peligro que una Macaurel dormida en las ramas de un árbol
saltara a la embarcación o que la palanca perdiera contacto con un árbol o con
la barranca y una torrentera arrastrara el bongo Aguas abajo, en esa situación de peligro, el
Proero o Palanquero, se debía lanzar al
agua con la Boza (mecate) en la mano para apoyarla en un tronco de árbol o en tierra, aguantarla con
su cuerpo. De esa manera este héroe impedía que la mercancía se perdiera o que
la embarcación naufragara con la pérdida de la nave o de vidas. Julio César
Sánchez Olivo, refería que un Chicharronero remontando el Apure
desde San Fernando a Guasdualito, tardaba treinta días y desde esa población a
San Fernando (Aguas abajo) quince días, en ese caso, navegaban a canalete por
el centro del río. En uno y otro caso, era admirable la destreza de estos
trabajadores. Asimismo ante la cercanía del puerto, anunciaban su presencia con
el agradable sonido de sus guaruras (caracoles de mar), llenando de vida el paisaje apureño. De allí
el refrán apureño, "Con puerto cercano no hay marinero cansao."
La permuta, modalidad practicada por los Chicharroneros
En esa época
existía un comercio a base de trueque
entre las regiones dedicadas
exclusivamente a las actividades agrícolas como Arichuna y Atamaica; poblaciones
productoras de panelas de dulce, fríjol y maíz y la zona cunavichera productora
de queso de cincho y carne gorda salada.
En esas actividades económicas Los Chicharroneros eran el medio que dinamizaba
ese intercambio. En ese sentido, era
habitual ver en los puertos de San Fernando
como el Puerto Barbarito o Barbaritero, Ligerón, El Tamarindo, El
Guasimito, La Pastora, Puerto Arturo, El Resguardo, Las Mucuritas y Mi Cabaña el descargue de grandes bongos de Los Chicharroneros, que atracaban repletos
de queso de cincho, frijoles, tercios de dulces (treinta y dos panelas cada
uno), sacos de algodón, pescado salado, salones de chiguire, cueros de res, de
venado, de caimán, sebo de ganado (materia prima para elaborar jabones), latas
de manteca de marrano (cerdo), tasajo
(carne de res seca salada) y plumas de garza; productos que habían obtenido del
canje con los ribereños.
¿Qué intercambiaban Los Chicharroneros?
En raras ocasiones recibían dinero efectivo por sus mercancías, preferían canjearlas por queso de cincho, cueros de
res, venado, manteca de cerdo, cochinos en pie, salones de chiguire, pescado
salado, plumas de garza, carne de res salada (tasajo) para la provisión, sebo
de ganado (materia prima para la elaboración de jabón). El Chicharronero, en cambio ofrecía en Medicinas:
La Emulsión de Scott (la del hombre con el bacalao al hombro), de ahí el refrán
¿Vas a seguir con ese bacalao en el hombro? La esencia maravillosa marca Coronado,
que al decir popular “se buscaba para
una cura y servía para todas las
cosas” (así el campesino la usaba para
taponar una cornada, como para prevenir un mal parto); las píldoras
maravillosas del Doctor Ross , “chiquitas pero cumplidoras” , la tintura de
yodo para cortaduras, el árnica para
porrazos (todavía se utiliza), la Valeriana para la pérdida del sentido
(desmayo, Yeyo o Yeyera); el Bálsamo
Catódico, la Creolina, el Cholagogue Universal de Ochoa Castillo, recomendado
contra el paludismo en todas sus fases; la quinina italiana en pastillas; la Cafiaspirina Bayer, el Cafenol
en pastillas, el Sulfato de Soda, el Bicarbonato y la Sal de Higuera y el Aceite
de Higuereta para purgar a los muchachos (quedaban limpiecitos como pata
e´yaguazo o como pata e´ perro de agua); el Elíxir Paregórico a base de Opio,
el Mentol Davis, “el de la cajita roja” (todavía se vende), el Vaporux y otras
muchas medicinas de uso popular con las que la gente se automedicaba. Víveres: Ofrecían: café en
grano para tostar en el hato, sal en grano en sacos de fique de veinticinco
kilogramos, aguardiente, ron, anís, tabaco, cigarrillos, chimó, y arroz. Mercancías:
Para las damas ofrecían los cortes de tela, en seda o algodón en hermosos
estampados, la Crehuela, la Cretona, el género blanco para las enaguas y
pantaletas; el liencillo para los mosquiteros. También ofrecían las joyas de fantasía; así como las de plata y las de oro. Asimismo los broches, cierres y botones; las cintas
para el cabello, la tira bordada y el encaje; el hilo Elefante, el Tricofero de
Barry contra la caída del cabello (por
cierto, había en San Fernando un calvo apodado Tricofero), la Loción Pompeya de
Paris, los Polvos de Venus, el jabón para baño (coloquialmente nombrado Jabón
de olor) Reuter, alpargatas y cuchillos,
lámparas de kerosén, linternas,
pilas, fósforos de palitos de madera, maquinas de coser a mano Singer, maquinas de moler a mano Corona, ollas, sartenes, calderos, canaris, naipes y juegos de dominó. Tampoco podían
dejar de llevarles el popular almanaque de los hermanos Rojas, conocido como Almanaque
Rojas Hermanos (comenzó a publicarse ininterrumpidamente desde finales del
siglo diecinueve hasta hoy), el cual era una valiosa “herramienta” para los pobladores de Apure, quienes lo
colocaban en lugar visible e importante de la casa. Es que ese calendario, era
muy completo, por cuanto, junto con las
fechas, traía el santoral que utilizaban los campesinos para ponerle el nombre
a los recién nacidos; así, era común escuchar nombres como: Ramona, Gumersinda,
Dorotea, Bárbara, Petra, Francisca, Pedro, Eleuterio, José, Casimiro,
Sinforoso, Bonifacio, Federico, entre otros. Pero lo más importante era que
informaba acerca de las fases lunares, que les indicaba la fecha que debían
sembrar, cosechar, castrar toros e incluso cuándo cortarle el cabello a los
muchachos.
La Compañía Anónima Venezolana de Navegación CAVN en los ríos apureños.
Al principio los barcos de esta
empresa que atracaban en San Fernando,
eran de chapaleta accionados por motor a vapor (caldera), alimentado
con leña; de la que se abastecían en los pueblos y caseríos ribereños. Los más emblemáticos eran: El
Delta, El Apure, El Arauca, El Amparo, El Alianza, El Boyacá, El Meta y El
Masparro. Estaban estas embarcaciones constituidas por dos niveles; uno
superior y otro inferior o bodega, la cual se destinaba a la carga y el
nivel superior para los pasajeros. Esas embarcaciones eran muy hermosas,
seguras y limpias; constantemente eran
pintadas con colores muy llamativos y característicos. Estos vapores al entrar
en desuso fueron vendidos a Brasil y
remplazados por barcos modernos
movidos a hélice y gasoil, de los cuales
arribaban a los puertos de San Fernando El San Antonio, El Orinoco, entre muchos otros. Traían mercancía
variada, pero principalmente sal en grano, la cual venía contenida en sacos de
fique de aproximadamente veinticinco kilogramos, la cual se utilizaba
para salar los quesos, los cueros de res o caimán, la carne seca
(tasajo); alimento para el ganado y para
el consumo humano. Las operaciones de descargar la sal representaba para los caleteros
de San Fernando una fuente de empleo directo. Estos trabajadores apilaban los
pesados sacos en el depósito
llamado La Salina, ubicado en el Puerto
El Tamarindo, exactamente frente donde ahora
se halla la Biblioteca Pública José Manuel Sánchez Osto.
Almacén Michelángeli (Apure en Cuerpo y Alma) |
Puerto El Tamarindo (Apure en Cuerpo y Alma) |
Desde San Fernando a Trinidad en vapor
Antiguo puerto de San Fernando (Apure en Cuerpo y Alma) |
Los vapores en Apure y el comercio con Estados Unidos y Europa
De Apure se
despachaban hacia Estados Unidos y Europa en estas embarcaciones, miles de
cueros de res, venado, chiguire y caimán. Por cierto que la gran explotación de
cueros de babas y de caimán puso en
peligro de extinción a estas especies. Estos barcos median de cincuenta a
noventa metros de eslora.
Por la Aduana de
Ciudad Bolívar los comerciantes de San Fernando importaban de Estados Unidos,
Alemania, Inglaterra, Francia, Italia, España y otras naciones europeas:
medicinas e instrumental médico-quirúrgico, telas, perfumes, literatura
científica, literaria, así como revistas, estableciéndose estrechos nexos
socio-económicos y culturales entre San Fernando y Ciudad Bolívar.
¿Cómo recibían los sanfernandinos el arribo de estas naves?
La llegada de estos
vapores era grata ocasión para la población de San Fernando; familias enteras presurosas se dirigían a los
principales puertos de la ciudad. Estas embarcaciones cuando venían procedentes
de Ciudad Bolívar, anunciaban su cercanía a San Fernando, mediante tres largos
y sonoros pitazos, el primero al pasar
por La Rompía cerca del
aeropuerto, otro al pasar por el puerto Mi Cabaña y el tercero y último al atracar en o en el Puerto
Barbaritero. Centenares de familias pudientes,
así como gente del pueblo estaban
a la espera en el puerto, para celebrar
la ocasión. En estos vapores amén de mercancías venían pasajeros procedentes de
Europa, Trinidad, Ciudad Bolívar y puertos ribereños. Cumplidos los trámites de
la Aduana, el barco era invadido por
todos los que quisieran visitarlo; unos a curiosear, otros a recibir al amigo o
al familiar; pero casi todos subían a comprar la sabrosa y abundante dulcería
inglesa, los perfumes, las telas, vinos, whisky, quesos, frutas exóticas, etc.
Además la CAVN tenía establecido que sus buques se aprovisionaran en los
puertos donde sus embarcaciones atracaban. En ese sentido, el comercio local
hacia muy buenas ventas; incluso, hasta las cortesanas del pueblo hacían su
agosto rebuscándose con los marineros (a
quienes popularmente los sanfernandinos nombraban los vaporeños), quienes
ansiosos acudían a los lupanares a entregarse en los brazos de esas damiselas.
Estos vapores
también eran utilizados para movilizar
tropas del gobierno, que
perseguían a los opositores alzados contra el dictador Juan Vicente
Gómez. En esas operaciones El Masparro uno de los vapores emblemáticos de esta empresa, naufragó en las aguas
turbulentas del río Apure, precisamente transportando tropas al mando del
Coronel Tomás Márquez Pérez, las cuales iban destinadas a controlar la toma de
la población de Periquera (actual Guasdualito). Este buque fue sorprendido a
medianoche por una fuerte tempestad, produciéndose casi de inmediato el
hundimiento; ahogándose muchos integrantes de la tropa y de la tripulación.
¿Por qué estos buques dejaron de navegar por los ríos apureños?
La CAVN
abandonó estas actividades debido
a la poca profundidad que comenzaron a presentar los ríos por los fuertes desbarranques. También
contribuyó la aparición de las carreteras, que tanto en verano como en invierno
comunican rápidamente a San Fernando con las demás poblaciones del Estado y la
disminución del comercio entre San Fernando y Ciudad Bolívar vía Orinoco-Apure. Fueron agentes de la CAVN
en San Fernando: Fernández y Cía., Hermanos Barbarito y Julio Domínguez
Fernández.
CONCLUSIÓN:
Los Chicharroneros,
fueron esforzados trabajadores, pero ante todo, héroes, por cuanto, a punta de
espadilla, palanca y canalete, debían afrontar peligros como era remontar
torrenteras, enfrentar remolinos, evadir carameras, atravesar sabanas anegadas
o navegar en medio de un chubasco para realizar inciertas pero importantes
transacciones en recónditos lugares de la geografía apureña. Entonces el
transporte de pasajeros y mercancías por los ríos, caños y sabanas; en canoas, bongos, vapores y
barcos hasta finales de la década de los
años cuarenta del siglo veinte;
representó un rasgo relevante y característico del proceso de
integración socio-económico y cultural en el Estado Apure. En ese sentido, Los Chicharroneros, constituyeron para los
habitantes de los apartados lugares de esta entidad, el principal medio
comunicacional (posiblemente el único) de entonces, porque amén de llevarles
mercancías, herramientas y medicinas; les llevaban información, es decir, por
una parte, sus comentarios acerca de la situación política, económica y hasta
cultural, del acontecer nacional e
internacional y por la otra, les llevaban: libros, revistas y periódicos
(aunque viejos), que los mantenían informados.
Publicado en el
diario ABC de San Fernando de Apure el 13-04-2008. Nro.
64.198.
Palanca: Vara de 3 m de largo por 2 cm de diámetro.Es un instrumento que se utiliza para empujar las canoas ylas embarcaciones pequeñas de los varaderos o sitios con poca agua, permitiendo dar impulso, donde el canalete pierde su utilidad. La palanca es empleada por pescadores o navegantes en las orillas del río Apure, caños y sabanas.Canalete:El canalete permite desplazar ala canoa o al bongo por las aguas del río, caño o lagunas, pues proporciona el impulso necesario para ello. Está elaborado con el corazón de la madera de samán, la cara-cara y el cedro. Tiene forma de pala larga. Mide 1,5 m de largo por 3 cm de espesor. El mango por su parte mide 70 cm de largo por 15 cm de espesor. El canalete es considerado como un instrumento para los medios de transporte fluviales más importantes dentro de la región.
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