Muchas anécdotas se cuentan del Sabio Torrealba, pues la extrema humildad de su comportamiento, de su vestir y de su hablar, unidos con cierta ironía típica del llanero, se hicieron tan famosas como sus investigaciones. En las anécdotas contadas por el Abuelo, se usaron palabras propias de él para plasmar la idea del momento o situación, por lo que no representan literalmente las palabras del Sabio.
He aquí algunas de las historias del Sabio Torrealba:
"El doctor José Francisco Torrealba era tenido como un gran sabio por todo el mundo, menos por su esposa. Sara Torrealba, hija del Sabio (y comadre de María Itriago Camejo), solía contar que cuando su madre peleaba con el doctor Torrealba, ella se ponía barrer con rabia justo al lado de esposo, en los momentos en que este atendía a sus pacientes, "murmurando" entre la nube de polvo que intencionalmente levantaba, en voz baja pero con suficiente volumen para que todos la oyeran: "¡Qué sabio Torrealba ni un carrizo! ¡Un farsante, eso es lo que es! ¡Umjú!" y lo decía una y otra vez. El Sabio, consciente de que su esposa cuando estaba brava era más peligrosa que el mismísimo Mal de Chagas, la oía "sin rechistar"; y los pacientes, aguantando la risa, se hacían los locos". MIGUEL ÁNGEL ITRIAGO MACHADO PRIMICIA PARA EL NUEVO I.I. : TRES NUEVAS ANÉCDOTAS INÉDITASCDOTARIO PRIMERA PARTE
En otra ocasión, se le vio en San Juan de Los Morros, usando un zapato en un pie y, una alpargata en el otro, y a quién le preguntaba él le decía: "Voy andando con lo propio y con la importado".
Otra vez estaba por la sabana cerca de Calabozo y unos estudiantes ingleses que venían a hacer su pasantía con él, sin conocerlo, lo encontraron y le pidieron que le bañara sus caballos a lo que el accedió. Cuando ellos agradecieron el favor, él les dijo que el favor se lo hizo a los caballos.
Cuenta el abuelo que en una oportunidad se le esperaba en una sala de la Universidad Central de Venezuela, (ubicada en ese entonces en la esquina de San Francisco), donde iba a dictar una conferencia. Don José Francisco solía vestir con el traje que para la época se llamaba Slack, consistente en camisa y pantalón de kaki, con su sombrero calado hasta las orejas y con un andar pausado. Cuando el vigilante le miró, no le permitió la entrada al recinto. Sin perder la calma, el sabio se sentó en la acera, y al rato fue rescatado por uno de los conferencistas (por allí leí que era el rector Bianco) que había salido a averiguar el motivo de la tardanza. Y es que el sabio Torrealba mostraba gran rebeldía ante las normas sociales.
Cuenta el abuelo que en una ocasión lo invitaron a un evento de lujo en que tenía que usar frac. Se fue a la tienda Dovilla, famosa tienda de la época y compró el traje exigido. Se apareció en la puerta de la sala con el traje en una bolsa de papel y fue uno de los invitados, el abuelo cree que Felix Pifano, que lo convenció que se lo pusiera para entrar a la fiesta.
Cuenta el abuelo que mientras estudiaba su carrera, era objeto de burlas por parte de sus compañeros, burlas que él ignoraba, o se hacía el desentendido. Sin embargo, era tan notoria su excelencia como estudiante, que era muy buscado para que les explicara a los demás alumnos. Dicen que en una ocasión, era tanto el tiempo que tenía que invertir en esas "clases particulares", que manifestó que tenía una enfermedad contagiosa, lo cual alejó a los muchachos y le permitió dedicarse a su auto-aprendizaje.
Ya concluidos sus estudios, requirió cancelar los aranceles de grado y no contaba con recursos para ello, acudió entonces al famoso Nicolás Felizola, quien le contestó que en su pueblo no hacían falta médicos. David Gimón Pérez, que había escuchado la petición y la respuesta, proporcionó al joven graduando el dinero que requería. Pasado el tiempo, Felizola lo mandó a buscar pues estaba muy enfermo. Torrealba dijo que iría siempre y cuando lo fueran a buscar en una hamaca y después lo regresaran de la misma forma, pues tenía mucho que leer y no podía perder tiempo. Así se hizo y cuando llegó ante Felizola, éste le pidió que lo curara, a lo que Torrealba respondió: Cálmate que ahora estás en mis manos.
Otra anécdota muy simpática ocurrió cuando un grupo de rectores fué a su casa a escuchar al sabio. Torrealba mandó a colocar las "silletas" y los recibió. En plena conversación, Cuenta el abuelo que se acercó al grupo una india con una bandejita para ofrecer a los visitantes, quizás café, dándole al sabio una dosis más generosa. Después se quedó inmóvil al lado de Torrealba y mas tarde se repitió el hecho, por lo que disimuladamente se le acercó uno de los médicos (leí por allí que fue el Dr. José Domingo Leonardo) y le preguntó al oído al Sabio, usando una expresión muy común en nosotros los venezolanos: "¿Oiga doctor, y esa señora qué pito toca?", a lo que Torrealba contestó: "Éste - mostrándose la entrepierna- ella es mi esposa".
Cuenta el abuelo que en una ocasión, ya siendo muy famoso, lo nombraron Presidente del Jurado Examinador de los niños del 4to grado de Primaria. Fueron pasando uno a uno los niños, y el doctor les hacia las mismas preguntas:
¿Dónde vives, hijo?, ¿Quiénes son tus padres?, Que desayunaste hoy?, y otras preguntas por el estilo. Cuando terminaba, le decía al muchacho: Vete hijo, tienes 20 y así fue calificando con 20 a todos los niños. Al terminar, el profesor del grado le dijo: Pero Doctor, yo quería que me los jamaqueara pa que viera lo bien preparados que están; a lo que el doctor contestó: ¿Pero tú viste como viven esos niños, les viste la barriga inflada de parásitos? Demasiado hacen con venir a la escuela con solo una cabeza de bollo por desayuno. Además mijo, aquí el principal burro eres tu!! Quieres que te examine a ti?
Otra anécdota que Cuenta el Abuelo, es cuando fue invitado por la Embajada Alemana más o menos en el año 35, a reunirse con el Director del Hospital de Berlín, para que diera una conferencia sobre Medicina Tropical. Al llegar con su particular forma de vestir, la secretaria dudó de recibirlo, sin embargo preguntó al Director quien lo hizo pasar de inmediato. El Director quedó muy impresionado de la fluidez con que el Sabio hablaba el Alemán. – ¿Y que otros idiomas habla, además del español?; -Francés y algo de Portugués e Italiano. Muy sorprendido el Director preguntó: ¿Y donde aprendió a hablar esos idiomas?, a lo que el sabio con su característica sinceridad, respondió: En Zaraza!
Con estas anécdotas damos por concluida el tema dedicado al Sabio Torrealba, orgullo de Venezuela.
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