La bellísima descripción del arpa y sus arpegios que se plasma en el siguiente escrito, fue tomada de El Llanero. Daniel Mendoza:
El arpa llanera llegó a las pampas de Apure navegando río arriba, en una carabela de la conquista.
Tiene la misma forma del arpa europea, construida rústicamente de madera de cedro con dos huecos en el vértice de la caja armoniosa y uno algo más grande en el vientre.
En estos huecos los días de fiesta ponen las mozas sabaneras macizos de flores vernáculas.
Lleva treinta y dos cuerdas repartidas así: seis bordones para los acordes bajos, que son de torcida piel de venado tierno; seis primas de nervio de becerro; y las cantoras que son,veinte, de tripas de toro.
Expresar siquiera pálidamente por medio de la palabra las millaradas de armonías que las manos brujas del arpista llanero arrancan, al diapasón del arpa, sería locura.
La palabra humana no puede dar idea del enjambre de notas de oro, de cristal, de acero, de bronce, que salen del arpa llanera al compás de las maracas.
Todas las quejumbres, todas las alegrías, todos los gritos de dolor y de rabia, todos los ímpetus salvajes de la tierra, todavía cerril por las asperezas emancipadoras, brotan de la encantada telaraña del arpa como por un maravilloso conjuro.
La onda musical retumba como la onda del mar embravecida, avanza, avanza, se encrespa, se extiende, se desdobla o se curva, y va adelgazándose, adelgazándose, hasta que se convierte en una hebra de plata, que se va matizando hasta que llega a una delgadez inverosímil, como si fuese un cabello rubio. Es la idea que puede darse del arpa tañida por el sabanero.
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