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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

11 de junio de 2013

Acento de Cabalgadura: La Madriguera

La Madriguera

Acento de Cabalgadura
Enrique Mujica

De Algarrobito pa bajo, ande llaman La Mata e la Tigra, porai, por esos laos, era ande Catalino Sierra cachicamiaba. 

De invierno, principalmente, que es cuando el cachicamo fabrica unos nidos de paja, porque los socavones y las cuevas ande él se mete se le llenan de agua. Ese es el cachicamo mastrantero, que es el chiquito, el que se coge con perro, porque el otro, el montañero, es un bicho grande y duro y un perro no puede con él. 

Un día me fui yo con Catalino, buscando el estero, la sabana de estero que baja pacia La Mata e la Tigra, con las ganas de conseguí un cachicamo. Es que to ese plan en invierno se llenaba de agua y entonces uno aprovechaba pa registrá los mogotes y las macollas de paja y los troncones podríos, güecos, donde se mete el cachicamo. 

Ya habíamos andao un rato con la agua por los jarretes cuando nos encontramos con un troncón grande que estaba ya medio tapao por el barro. "Aqui puede habé cachicamo -me dijo Catalino-. Yo le voy a jacé una boca pa este lao con la jacha". Catalino empezó a jachá el palo por la punta, pero no le había dao ni tres jachazos cuando escuchamos que adentro el palo había empezao a soná como un ronquío. "Aqui como que hay más de un cachicamo", me dijo Catalino. 

Ya le había abierto un boquete al troncón por donde casi cabía la mano. Adentro se veía oscuro. Catalino arrecostó la jacha y ya le iba a meté la mano al güeco cuando me dijo: "No, mejor es no metele la mano. Quien sabe que vaina pueda habé ai". Entonces cogió la jacha y le siguió dando al troncón. "Vamos a esboquetalo completo", me dijo. Al rato terminó de abrile la boca completa. Entonces se empezó a escuchá más duro el ronquío, como un alborotón adentro el palo. 

Cortamos una vara y empezamos a jurungar el güeco. Ai fue que empezó a soná duro aquella cueva. Catalino puyaba los bichos con la vara y yo no me apartaba de la boca el palo con una maceta en la mano. Ai fue ande de vaina no nos morimos del susto. Toavía me espeluco. Lo que salió de adentro el rolo esboquetao fueron tres cascabeles y un cachicamo. Tres rollos de cascabel como déste grueso. 

Las culebras salieron y se armaron, pero ai mismo con la maceta y con la vara las matamos. "Si le hubiera metío la mano al güeco me hubiera matao una culebra désas", me dijo Catalino. Después del susto nos vinimos. A mi toavía me temblaban !as canillas. De allí pacá, en el camino, cogimos dos cachicamos entre un mogote. Veníamos caminando entre el agua, buscando la casa e Catalino, cuando éI empezó a contame lo que les pasó a Juan Roso y a Juan Ratias una vez que andaban cachicamiando. 

Habían salío así mismo, a buscá  cachicamo de invierno. Lejo, ya con la tardecita, se encontraron con un rolo seco como el que nosotros vimos. Adentro escucharon que sonaba como una colmena. Pero ese ique era un sonio feo, un sonío, grueso mezclao como con unos chillíos. Hasta unos quejíos como de gente ique oyeron. Entonces ya se iban a vení pa la casa porque les empezó a da miedo. Pero como la curiosidá da brío, se quedaron y empezaron a jachá el palo. Ya le habían hecho bocas por toas partes y no salía bicho. Ai esperaron un rato hasta que salió un murciélago. Entonces salió otro y otro, y así hasta que salieron como cinco mil. El cielo ique se les llenó e murciélago, ique se levantó una nube que hasta les hizo sombra. Entonces del palo, de adentro el palo, salió un bicho pelón bien feo, que no se les pareció ni a cochino, ni a báquiro, ni a joso. Un bicho redondo con la cabeza mal cuadrá.

Asi fue que lo contó Juan Roso. Los hombres se devolvieron pa la casa rezando, ique llegaron asombraos contando ese pasaje. Ya íbamos llegando a la casa e Catalino nosotros, cuando él me dijo: "Vamos aprovechá que ya tá casi oscuro pa ve si tiramos un pato rial en aquel samán, que ai bajan de noche". 

Así me dijo y me ensenó un samán grande que estaba de lao abajo una laguna. "El pato rial es vainero pa cogelo -me dijo-, ese baja de a uno y en la noche en los samanes grandes, donde tiene el dormitorio". Así me dijo ya casi llegando a la casa. 

La mujé de Catalino, que estaba preñaota, salió cuando nos vió. Traía en la mano la escopeta. "Que fue, que te pasó, por qué andas armá", le dijo Catalino. "No, que tuve que encerrame en la casa con los muchachos. Ai vino un lion colorao y nos roncó cerquita. Hasta buscó maneras de metése pa dentro". "Y por qué no lo tirates?" le dijo Catalino; -No, yo sí lo tiré -le dijo eIla--. Por eso fue que se fue “ Catalino le dejaba la escopeta cargá a la mujé, porque lo que es el lión ventea la mujé preñá y la persigue ande vaya. Esa noche no fuimos a cazá los patos. Por la mañana , con arroz, nos comimos un cachicamo.

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