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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

21 de febrero de 2012

El Carnaval en el Llano Apureño - DIARIO DE UN LLANERO

Tal como prometí hace algún tiempo, iremos colocando en este espacio, fragmentos del Diario de Un Llanero, de Antonio José Torrealba. Queremos empezar, por ser muy pertinente a estas fiestas de carnaval, con una historia, presente en los Cuadernos Nos. 15 y 16, precisamente sobre las formas de celebración de esos días en el llano apureño. Sabemos que el autor se ocupó de dejar reflejadas las costumbres y vivencias palpadas por él mismo, sin embargo, también sabemos, por las notas colocadas al final de los cuadernos y en la introducción de este trabajo, que el autor incluyó en las páginas, mucho de su propia creación. Por tal motivo, desconozco si la totalidad del contenido que transcribiremos corresponde a tradiciones de carnaval en las tierras apureñas.

Cuaderno N° 15
Agamenón estuvo con sus compañeros hasta las tres. Después salió a acostarse porque tenía dos noches de trasnocho, a las cuatro se despertó con el alboroto de la gente en la calle, anunciando que así empezaba el festival pueblerino. Movimiento, algarabía, tumultos en las angostas calles del pequeño pueblo. Muchachas ataviadas de vistosos colores, garridos mancebos lugareños ataviados con los disfraces más estrambóticos de la época. En sus cabezas se venían representados todos los animales de la China, algunos de Europa y Asia porque, entre tanto disfraz que había, se encontraba también un oso siberiano, un camello pardo, una jirafa, una cebra, un rinoceronte y un dromedario. También vio cruzar un caimán. Muchos hombres alegres, sin disfraces, bebedores de ron en las cantinas, borrachos , canturreando coplas obscenas, dueños de botillerías, redomados explotando la sencillez del campesino confiado en la suerte, policías recién improvisados, iniciando requiebros a las campesinas y sirvientas, novias acicaladas, listas para el piropo, la donosura y el encanto".

"Montones de músicos por todas partes con bandurrias , cuatros y maracas, rasguñando joropos, valses y polcas, un vaho de aguardiente flotando en todas partes, la gritería de los muchachos confundida con la música y las campanas acentuando la bullanguería".

"La única plaza del poblado, bien cercada con gruesas maderas, improvisado circo para la tauromaquia. (..) La mayora de los campesinos no iban disfrazados, solamente el populacho iba ansioso por el disfraz. En el patio de la casa, el paloteo dejó oír sus secos golpes de garrote, demostrándole Moctezuma lo hábil de sus tropas al español Pizarro; también las indiecitas dejaron oír su atiplada voz de soprano. El sebucán también fue ejecutado y tejido por otras indicitas. A las ocho, desfilaron las comparsas a caballo tanto de hombres como de mujeres. Cuando venia el cortejo de la reina del festival, Agamenón se quedó sorprendido al ver a la reina que era nada menos que su adorada Rosa, la menos que él pensaba que era, pues en el pequeño pueblo había muchas más bonitas que ella (…) la dama venia cabalgando sobre una mula blanca con muy lucidos arneses sus doce damas de honor también venían cabalgando sus yeguas y caballos (….)Panchito Luna cabalgando en un burro con un disfraz de polichinela, el ciudadano Jefe Civil sobre una mula caribaya con un disfraz de dormán de general francés, Don Carlos Delgado y Don Antonio, con trajes de reyes españoles. Detrás le seguía Evaristo y Rafael Farfán vestido con un traje de gladiador romano, Evaristo con un sencillo traje de sota de oro. Juancho con un traje de prusiano; Agamenón con un traje de terciopelo azul adornado en blanco, rojo y amarillo sin mascara. Siguiéndoles, Jacinto y Olegario con sus trajes de príncipes y cabezas, uno de vaca y otro de burro; Loreto y Cirilo con sus trajes de garzón y gabán y, por el estilo un sinnúmero de mascaras extravagantes. Todos marchaban de dos en fondo. Cuando el cortejo de la reina venía en el frente de la plaza Bolívar, viniendo del barrio Queseras del Medio, llego el cortejo de los reyes del barrio Mucuritas y los disfraces de a pie de los barrios La Miel y El Yagual, cada uno fue ofreciéndoles sus respetos a la reina. En ese momento hubo gran salva de artillería y todo género de fuegos artificiales, entonces siguieron marchando los dos cortejos de reinas y reyes y siguieron marchando de cuatro en fondo.
“Las dos comparsas se despegaron de hombres y mujeres, rompiendo el juego a caballo mismo de papelillo y polvo. Mientras los de a caballo jugaban con este sencillo juego, los de a pié en la plaza, jugaban con lo que les caía en las manos. Cuando se vieron bien revolcados con agua y arena, entonces se bajaron directamente al río donde se acabaron de enchumbar como cotúa en barbasco."

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