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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

21 de mayo de 2013

Cimarroneando de Noche (2)

Piqué con la medianoche 
Cimarroneras en fuga 
AAT. Florentino y el diablo

Continuamos el relato de Calzadilla Valdés, en Por los Llanos de Apure, relacionado con las Cimarroneras:

Algunas veces, porque se convierte excesivamente bellaco con las frecuentes incursiones y carreras, el ganado al espantarlo en sus guaridas, barajusta en todos sentidos, cegándose, dando vueltas y revueltas dentro del mismo monte, resistiéndose a salir a los claros en el día, en cuyo caso se hace de necesidad trabajarlo de noche cuando lo hostiga y lo bota la plaga obligándolo a la sabana, para sorprenderlo y enrumbarlo con más acierto y probabilidades; procediendo por supuesto con gran sigilo y precauciones, evitando a todo trance que el ganado se dé cuenta, y contando asimismo con el aumento de los riesgos a correr. 

Eso ya no merece el calificativo de trabajo, sino de barbaridad. Imagínese el lector cómo se pasarán estas bregas por aquellos desolados lugares: un tropel de animales huyendo en la oscuridad de la noche, adornada por alguna lloviznita o aguacero, unos cuantos jinetes mezclados en el turbulento barajuste, discriminando cada quien su toro para enlazarlo, seguido de la pareja; el relámpago que fulgura, el trueno que estalla y retumba, el caballo que se enhoya, la soga que se enreda o lo enreda, una res aparecida de improviso arremete una cornada al jinete, la rama de guaica que lo agarra y lo puya, ¡La mar de inconvenientes a la faena y a la hora! 

Yo los veía en el día alistándose para la batida, suavizando la soga, revisando sus toscos y sencillísimos aperos, probando el correaje, sin hacer casi alusión al trabajo a ejecutar y a los riesgos por correr. Después de regresados, eso sí, vienen los chistes burlescos, el recuento de los momentos difíciles por los cuales pasó cada quien, las escapadas de las acometidas y las situaciones comprometidas para hacer flaquear el ánimo o cuando fluctuó la serenidad de alguno; son comentarios sarcásticos, chistes picantes, Como si se olvidaran de que la muerte estuvo convidando al compañero, y si salió ileso y con vida fue quizás por milagro de Dios. 

Pero así es, no por indolencia o apatía, nada de eso; todos están solícitos y de facción para prestar al punto el auxilio requerido, aún con riesgo de la propia vida al accidentado compañero Más como en semejantes situaciones se manifiestan de ordinario puntos de vista ridículos y cómicos, el llanero los aprovecha, no puede prescindir de explotarlos en aras del buen humor y de la gracia oportuna en la ocasión; muy naturales estos esparcimientos si se atiende a la escasez de otros temas de conversación; en sus horas de reunión o reposo no pueden abordar asuntos científicos o literarios o sociales y naturalmente se van siempre a lo relacionado directamente con sus diarias faenas. Eso mismo constituye cierto incentivo, como una lección para obligarlos a conservar serenidad en los próximos lances. 

Trabajando en la oscuridad de la noche, puede suceder que el fruto de tan bárbara y peligrosa faena viniera a servir de cacería fácil para los felinos merodeantes por los intrincados parajes. Extraviados del resto de la partida en la brega a sostener con el toro enlazado, apurados y deseosos de terminar para orientarse y reunirse al grupo de la madrina, se apresuran a dejarlo barreado para incorporarlo al siguiente día; pero no es raro encontrar por la zamurera el carapacho solamente, porque los tigres se anticiparon a celebrar fácil festín en el mismo lugar o bien lo arrastran al interior de algún monte cercano. En ocasiones también puede ser descubierto por los otros toros para ser víctima de sus atropellos y cornadas. 

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