La vega no es solo para el hombre, la mujer juega también un papel importante en la siembra, recolección y en general en la aspereza de la vida del veguero.
Carlos Gómez de la Espriella, también incluye en su documental, "Vegueros, Cuando el río da y quita", los testimonios de varias mujeres que se dedican igualmente al trabajo de la vega.
Una de ellas afirma sobre su trabajo:
“Sí, yo recojo algodón también, como no, y siembro también, recoger frijol, sembrar, todo. Anteayer recogí un viaje de auyamas por ahí, por allá las tengo amontonadas pa´ mandarlas pal pueblo el domingo. Lo que pasa es que todavía no las he traído pa´ acá, pero ayer salí pa´ allá y despegué. Tengo unas arrumadas por ahí. Bueno, también se vende la auyama”.
Tiene 10 hijos nacidos en la vega con la ayuda de una partera o de su esposo. Va y viene del río cargada de agua para sus quehaceres
“Sí señor, tenemos años en esto –añade–, en esas vegas. Nosotros invernamos en el pueblo, en el barrio Centurión, en Caicara del Orinoco y de verano pa´ acá, pa´ las vegas, porque nos encanta mucho la vega” .
Se mudan a la vega desde octubre y comienzan a preparar lo que necesitaran para la siembra: “Por lo menos en lo que verdad, se llega bajadas de aguas, nos venimos y entonces comenzamos a hacer casa, porque aquí no queda nada armado, eso lo tumba el río, todo lo que queda aquí”.
La casa que se levanta cada año, es en realidad es armada con cinc, madera y plásticos. Es un espacio para guarecerse de la lluvia y colgar los chinchorros. Tiene un área destinada a la cocina, con un fogón de leña.
La mujer veguera es fuerte, luchadora, no se queja del sol ni de la lluvia. Reconoce que hace un trabajo rudo y que requiere un gran esfuerzo, pero lo acepta y lo disfruta dentro de la sencillez de su vida.
ENTRADAS RELACIONADAS:
No hay comentarios:
Publicar un comentario